Preguntas Frecuentes sobre probióticos

A continuación, entregamos algunas de las preguntas más frecuentes que existen relacionadas con probióticos.

Estas preguntas y sus respuestas han sido recolectadas desde un documento elaborado por la Sociedad Española de Prebióticos y Prebióticos (SEPyP) y el Grupo de Nutrición y Digestivo de la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (SEFAC).

Registramos este documento con sus derechos de autor y lo reproducimos con el único objetivo de entregar claridad y conocimiento a las personas que estén interesadas en conocer y aprender acerca del consumo de estos microorganismos.

Hemos considerado el uso de este documento, pues el continente europeo y específicamente España es uno de los mayores polos de desarrollo, investigación y conocimiento referente a prebióticos, probióticos y hoy en día posbióticos.
Esta guía es reproducida desde su publicación del año 2018. Es probable que algunos de los conceptos hayan sido renovados, sin embargo, en nuestra revisión consideramos conceptos reales o cercanos a la realidad.

A continuación, dejamos el link de acceso al documento completo de SEPyP y el SEFAC:

https://www.sefac.org/sites/default/files/2018-07/GUIA_PROBIOTICOS%20WEB.pdf

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define probióticos como microorganismos vivos que, cuando son administrados en la cantidad adecuada confieren un efecto beneficioso para la salud del sujeto que los recibe, por lo que el concepto de probiótico hace referencia a microorganismos externos al individuo.

Por norma general deben conservarse refrigerados en nevera o por debajo de 25° C, aunque algunos productos con probióticos tienen unas condiciones diferentes de conservación.

Sin embargo, estas condiciones dependen de la cepa probiótica que contenga el producto, así como de su proceso de fabricación, lo que vendrá detallado en la ficha técnica del producto.

Sí. No hay ningún problema en consumir los probióticos de forma continuada, y hay evidencia científica sobre la conveniencia de tomarlos a diario para que su efecto sea más adecuado.

Actúan sobre nuestra microbiota intestinal produciendo efectos beneficiosos a largo plazo, aunque siempre hay que considerar la relación beneficio-riesgo para cada sujeto o paciente.

Una de las características esenciales que debe tener un probiótico es la de llegar y permanecer vivo dentro del organismo, lo que conlleva cierta tolerancia a las condiciones ambientales del tracto gastrointestinal.

Si los microorganismos probióticos han de llegar viables al intestino grueso, es preciso que resistan el pH gástrico, las enzimas digestivas y la acción detergente e inhibidora de las sales biliares.

El estómago vacío presenta una gran acidez y esto puede dañar a las beneficiosas bacterias probióticas, por lo que en algunos casos se recubren con cubiertas gastro-resistentes permitiendo la viabilidad de las cepas menos resistentes a dichas condiciones.

Haciendo que puedan consumirse con el estómago vacío, recuerda que en caso de duda, es mejor consultar la ficha técnica del producto.

Porque cuando se administran en la cantidad adecuada confieren un efecto beneficioso para la salud del sujeto que los recibe.

Los probióticos pueden ayudar a restaurar y mantener el equilibrio de la microbiota beneficiosa, reduciendo síntomas tales como la distensión o el meteorismo.

Además, es recomendable consumir probióticos cuando estamos en tratamiento con antibióticos, ya que estos, al destruir las bacterias patógenas, pueden eliminar también las bacterias beneficiosas de nuestra microbiota.

La ingesta de probióticos se recomienda también cuando tenemos molestias digestivas o estamos bajo condiciones de estrés.

Porque cuando se administran en la cantidad adecuada confieren un efecto beneficioso para la salud del sujeto que los recibe.

Los probióticos pueden ayudar a restaurar y mantener el equilibrio de la microbiota beneficiosa, reduciendo síntomas tales como la distensión o el meteorismo.

Además, es recomendable consumir probióticos cuando estamos en tratamiento con antibióticos, ya que estos, al destruir las bacterias patógenas, pueden eliminar también las bacterias beneficiosas de nuestra microbiota.

La ingesta de probióticos se recomienda también cuando tenemos molestias digestivas o estamos bajo condiciones de estrés.

El yogur es, según el Codex Alimentarius Español, un producto de leche coagulada obtenida por la fermentación láctica producida exclusivamente por Lactobacillus delbrueckii sp. bulgaricus y Streptococcus salivarius sp. thermophilus. Su composición final contiene una cantidad de al menos 107 unidades formadoras de colonia (UFC)/mL de estas cepas.

Por su parte, los probióticos de venta en farmacia son complementos alimenticios o medicamentos que nunca vienen presentados en forma de alimento y pueden contener distintas cepas de probióticos y otros componentes.

Las bacterias están en forma liofilizada y se presentan en polvos, cápsulas, comprimidos, viales, sticks, sobres, bricks o líquidos, permitiendo una administración dosificada con efecto terapéutico.

El yogur es, según el Codex Alimentarius Español, un producto de leche coagulada obtenida por la fermentación láctica producida exclusivamente por Lactobacillus delbrueckii sp. bulgaricus y Streptococcus salivarius sp. thermophilus. Su composición final contiene una cantidad de al menos 107 unidades formadoras de colonia (UFC)/mL de estas cepas.

Por su parte, los probióticos de venta en farmacia son complementos alimenticios o medicamentos que nunca vienen presentados en forma de alimento y pueden contener distintas cepas de probióticos y otros componentes.

Las bacterias están en forma liofilizada y se presentan en polvos, cápsulas, comprimidos, viales, sticks, sobres, bricks o líquidos, permitiendo una administración dosificada con efecto terapéutico.

Para la valoración de “calidad” de los productos con probióticos se sigue la guía de la WGO sobre probióticos y prebióticos que especifica lo que debe expresarse en la etiqueta, la cual debe indicar:

  • El género y la especie con nomenclatura específica.
  • Designación de la cepa específica.
  • Recuento de microorganismos viables en de cada cepa.
  • Condiciones de almacenamiento recomendadas y seguridad de las mismas.
  • Dosis recomendada para la inducción del efecto beneficioso y descripción del mismo.
  • Información de contacto para la vigilancia post-comercialización.

Para la valoración de “calidad” de los productos con probióticos se sigue la guía de la WGO sobre probióticos y prebióticos que especifica lo que debe expresarse en la etiqueta, la cual debe indicar:

  • El género y la especie con nomenclatura específica.
  • Designación de la cepa específica.
  • Recuento de microorganismos viables en de cada cepa.
  • Condiciones de almacenamiento recomendadas y seguridad de las mismas.
  • Dosis recomendada para la inducción del efecto beneficioso y descripción del mismo.
  • Información de contacto para la vigilancia post-comercialización.

Siempre. Los probióticos son fundamentales en los niños menores de 3 meses y necesarios hasta los 3 años, para que la microbiota intestinal sea saludable y ayude a prevenir la aparición de alergias y enfermedades. En los adultos los probióticos mejoran la microbiota y fortalecen la salud intestinal, desinflama el colon y ayudan a mejorar el estado de salud de quien los consume.

Sí. Precisamente a las fórmulas lácteas para lactantes se añaden dichos componentes con el objetivo de modular la microbiota intestinal del lactante, estimular el crecimiento de bifidobacterias e inhibir otras especies potencialmente patógenas.

Los prebióticos son compuestos no digeribles, presentes en la dieta, que estimulan el crecimiento o la actividad de los microorganismos autóctonos, consiguiendo un beneficio para la salud.

Desde el punto de vista estructural, en su mayoría son oligosacáridos (FOS) o polisacáridos de fructosa (inulina).

Aunque también se utilizan polímeros de galactosa (GOS) y de manosa (MOS), así como compuestos mixtos, como la lactulosa (disacárido de galactosa y fructosa) y la lactitol (galactosa y un polialcohol derivado de la glucosa).

Cuando se añaden a alimentos se suelen combinar oligosacáridos y polisacáridos que pueden entenderse como prebióticos de amplio espectro.

Estimulan el crecimiento o la actividad de los microorganismos autóctonos.

El efecto inmediato de la llegada de estos compuestos al colon sería la proliferación de la microbiota indígena o nativa, lo que potenciaría su antagonismo frente a microorganismos forasteros y contribuiría a re-colonizar la mucosa, por ejemplo, tras un tratamiento con antibióticos.

Los prebióticos son fermentados por las bacterias colónicas generando ácido acético, propiónico y butírico, así como H2 y CO2.

Estos ácidos inhiben el crecimiento de posibles patógenos y son utilizados como nutrientes por los enterocitos y neutralizan los grupos amonio generados por la digestión de diversos nutrientes, entre ellos los aminoácidos (crucial para evitar la encefalopatía que acompaña a las afecciones hepáticas como la cirrosis, la hepatitis y los primeros estadios de la recuperación post-trasplante).

También aumentan el peristaltismo, incrementando la frecuencia de las deposiciones, usándose por este motivo como laxantes.

Independientemente del efecto preventivo y profiláctico contra las infecciones del tracto gastrointestinal, ya comentado, la acción más ampliamente aceptada de los probióticos es la de intentar reducir la duración e intensidad de la gastroenteritis aguda.

Diferentes estudios han demostrado que determinadas cepas acortan la duración y disminuyen la intensidad de la diarrea por rotavirus y otros gérmenes. Además, e están aportando estudios preliminares sobre su empleo en casos de infección por Helicobacter pylori y prevención de la enterocolitis necrotizante.

También existen determinadas cepas de Lactobacillus que en contraste con otros microorganismos tienen capacidad de crecer y sobrevivir en el entorno hostil del estómago.

Es posible que dichas cepas compitan por nutrientes e inhiban el crecimiento del Helicobacter pylori.

Por otro lado, la microbiota de los niños alimentados con leche materna genera un ambiente en el tubo digestivo que dificulta la colonización por diversos virus y bacterias entero-patógenas productoras de una serie de enfermedades, sobre todo la diarrea aguda.

Esto ha dado pie a la hipótesis de que es posible manipular beneficiosamente el proceso de colonización intestinal con la administración de bifidobacterias y otras cepas probióticas de forma temprana en los lactantes con alimentación artificial.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) sólo ha aceptado una alegación sobre el uso de probióticos y es la de actuar eficazmente como la lactasa para degradar la lactosa, importante a tener en cuenta sobre todo en aquellos individuos con intolerancia a la lactosa.

El Comité Científico para la Alimentación de la Comisión Europea (Scientific Committee for Food of the European Commission) (enero 2004):

No plantea objeciones a la adición de probióticos a las leches de continuación y aconsejan un contenido de bacterias viables permanentemente de 106 a 108 UFC/g de fórmula preparada apta para el consumo.

Por su parte, el Comité de Nutrición de la Sociedad Europea para la Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (Committee on Nutrition of ESPGHAN) (abril 2004) indica los siguientes puntos:

  • Necesidad de disponer de más evidencia para lactantes y niños con inmadurez inmunológica o defectos inmunitarios, prematuros y cardiopatías congénitas.
  • Necesidad de una completa evaluación de las fórmulas de inicio para confirmar beneficios y seguridad según estándares publicados previamente.
  • Sin problemas sobre la adición a fórmulas de continuación y especiales.

Sí. Se pueden administrar probióticos tanto en individuos con alguna patología asociada, como en individuos sanos, por ejemplo, para mejorar el sistema inmune y equilibrar su sistema intestinal, ante la planificación de un viaje a otro país, como prevención de la diarrea del viajero, pacientes con intolerancia o malabsorción de lactosa, entre otros.

Se tendrá precaución en pacientes con enfermedades de base muy graves, cirugía cardíaca reciente o en período de convalecencia, inmunocomprometidos como pacientes de VIH, diarrea sanguinolenta y/o disfunción pancreática.

Todas las etapas de la vida son ideales y recomendables para el uso de probióticos, teniendo en cuenta que sus fuentes más comunes son los yogures, así como leches y quesos fermentados, principalmente.

Sí, de hecho, una de las premisas que debe presentar un microorganismo para ser considerado un probiótico es tener seguridad biológica, lo que implica ser seguros e inocuos bajo cualquier circunstancia para el ser humano.

Por ello, son reconocidos como organismos GRAS (Generally Regarded As Safe) y QPS (Qualified Presumption of Safety) por la Food and Drug Administration de los Estados Unidos y la European Food Safety Authority, respectivamente.

Además, la ingestión de un elevado número de microorganismos viables obliga a investigar su seguridad. Desde un punto de vista teórico, al tratarse de microorganismos que normalmente forman parte de nuestra microbiota comensal, difícilmente podrían causar problemas infecciosos.

Los ensayos de ingesta aguda con animales no han descrito problemas graves y en personas sanas son productos muy seguros.

Sin embargo, está claro que no son recomendables, como ya se ha indicado, en sujetos inmunodeprimidos. Se han comunicado casos de bacteriemia y endocarditis provocados por aislados de Lactobacillus y otros organismos que incluyen cepas usadas como probióticos en pacientes inmunocomprometidos, aunque parece ser que las bacterias causantes provenían de la microbiota propia, ya que los pacientes no ingerían preparados probióticos.

También, hay varios informes de infecciones micóticas graves en personas que tomaban Saccharomyces boulardii. Todas estas personas estaban débiles o presentaban una disminución de la función inmune antes de tomar Saccharomyces boulardii (levadura no patógena usada en muchos casos en prevención de diarreas).

Por otro lado, no se han descrito reacciones adversas con otros suplementos probióticos ni en personas con un sistema inmune normal.

Se elegirán aquellas cepas y en la cantidad necesaria que tengan suficiente evidencia científica para la patología o problema de salud que se indique.

Sí, de hecho, pueden ayudar al desarrollo de la microbiota intestinal del futuro lactante, e incluso podrían disminuir la incidencia de alergias.

Sí. Aunque no hay muchos estudios en niños menores de 3 años, existen preparados con indicación en pediatría a partir de 6 o 12 meses con probióticos con cepas de Bifidobacterium bifidum, Lactobacillus acidophilus, Lactobacilllus rhamnosus que normalmente están presentes en leche materna.

Asimismo, la cepa Lactobacillum fermentum aislada de la leche materna, se ha visto efectiva para prevenir infecciones gastrointestinales y respiratorias en niños a partir de 1 mes de edad.

También existen en el mercado diferentes presentaciones con formas de administración adecuadas para bebés con cepas como Lactobacillus reuteri, y la mezcla de Bifidobacterium longum y Pediococcus pentosaceus, con evidencia científica en lactantes.

í. Se ha observado que, durante el último trimestre del embarazo y lactancia, dando Lactobacillus rhamnosus solo o en combinación con Bifidobacterium lactis a madres con antecedentes de atopia, reduce el riesgo de dermatitis atípica en el niño.

Sí. Se basa en la “hipótesis de la higiene” que conlleva una reducción de la tasa de enfermedad infecciosa y retrasan el contacto del recién nacido con los microorganismos, lo que indicaría una menor producción de linfocitos Th1 y un exceso de producción de linfocitos Th2.

Por ello, su uso favorece en el neonato y el lactante la transición de células Th2 (respuesta fetal) a Th1 con la consiguiente disminución de enfermedades alérgicas.

Ya los productos fermentados frescos como el yogur (que presentan probióticos entre sus componentes) suelen presentar cantidades inferiores de lactosa que la leche original, ya que parte de la lactosa es transformada a ácido láctico en el proceso de elaboración.

Además, las bacterias presentes en estos alimentos tienen lactasa funcional que contribuye a la hidrólisis de la lactosa en el intestino, mejorando su tolerancia.

Por otro lado, existen complementos alimenticios comercializados con determinados microorganismos probióticos en su composición que son productores de lactasa, que es la enzima deficitaria en los pacientes intolerantes a la lactosa.

El uso de probióticos permite la intervención terapéutica a nivel microbiológico modificando la microbiota intestinal, que también es responsable de activar la respuesta inmunitaria.

Mientras se está administrando el probiótico, este coloniza y realiza el efecto para el que está indicado con evidencia científica, pero pasado un tiempo desde la suspensión de su ingesta, la microbiota intrínseca se modifica en función de la alimentación y otros factores perdiendo el efecto inicial.

No. Es más, está demostrado que modulan y estimulan el sistema inmunitario.

No. Muchos se comercializan sin tener estudios clínicos y sin evidencia científica suficiente para una cepa concreta.

Para que exista evidencia científica es necesario que dicho probiótico, prebiótico o simbiótico cumpla una serie de condiciones clínicas que están respaldadas por ensayos clínicos o intervenciones nutricionales bien diseñados y con suficiente poder estadístico.

Cada vez son más los estudios científicos que ponen de relieve la evidencia científica de la administración de distintos productos.

Sí, una característica a tener en cuenta en el manejo de los probióticos es que son cepa-dependientes.

Cada cepa sirve para una patología distinta y se utilizará con una concentración determinada, por lo que podremos combinar diferentes cepas con evidencia científica para distintas patologías, aunque esto aún se encuentra en estudio.

Carrito de compra

El consumo regular de probióticos y prebióticos contribuyen a mantener una buena salud

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